El precio de una noche de 4 reyes,
cobróse la amistad, el tesoro que me protege,
desnudado ante la vergüenza, la tristeza de quien perece.
Una visita al cementerio,
sería acertado, regio,
unos versos,
unas lágrimas,
unos besos,
todo al aire,
a la suave brisa, al viento recio.
Mientras mi ropa ondula, mi corazón llora,
mi alma de cristal, en la sala de espera,
clama por mi tesoro, mi amistad incolora.
Doloroso trance, avanzo, dejo tinta,
trato de recordar a mi querida extinta,
trato de olvidar a mi querida extinta.
Protegido al calor de la sonrisa mestiza,
¡a la lucha!, ¡a la libertad William!
En el cementerio que somos tú y yo,
se salvó una pequeña flor,
tú sigues mirando nuestra lápida,
mientras intento salvar los frágiles pétalos
que son esperanzas cálidas,
realismo vándalo,
esperanzas bañadas por el sol de la locura.
Tinta de quien vergüenza y tristeza exuda.
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