Se me cruza la tristeza
reclamándome realeza
mientras bajo mi cabeza
y pago con lágrimas
que me regaló la Virgen de Fátima,
mientras pena mi ánima,
que entre momentos anodinos,
soporto intenso dolor cansino.
Y en el camino
se interpuso retadora la amistad
invitándome a un mano a mano,
no pude sino mirar sin más,
pues será mi corazón insano,
pero mi alma de cristal,
que ni protesto ni hilvano,
sino que me entrego vendido.
Con mi dulce orgullo derruido,
me postro de rodillas hundido,
esperando que dicte el juez,
que el verdugo rompa la nuez
y me reclame Lucifer.
Abrázame y dime que no es amor,
y dime que es amor,
y dime que hace calor,
y dime que es esto frío,
que así sonrío,
pues es la vida un río,
que es éste corriente inexorable,
que serán momentos estables,
y otros insoportables,
pero es necesidad tu fiel compañía,
es necesidad esta letanía,
es necesidad que me des alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario